El ictus es un accidente cerebrovascular que se produce cuando hay una rotura u obstrucción en los vasos sanguíneos. Se trata de una enfermedad que afecta el cerebro y al corazón produciendo, frecuentemente incapacidad pues 44% de las personas que sobreviven a este padecimiento, desarrollan una discapacidad grave como daño resultante.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ataques al corazón y los accidentes cerebrovasculares se deben a obstrucciones que impiden que la sangre fluya hacia el corazón o al cerebro. Puede ser causado por una cardiopatía y malos hábitos como una dieta desequilibrada, inactividad física, consumo del tabaco y abuso del alcohol.
Por ello, cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Ictus con el objetivo de difundir el alcance de esta enfermedad, sus consecuencias y las medidas de prevención que se pueden llevar a cabo para evitar el riesgo de esta patología.
Los expertos lo clasifican en dos tipos de acuerdo con el mecanismo de la lesión:
- Ictus isquémico o infarto cerebral originado por la obstrucción del flujo sanguíneo.
- Ictus hemorrágico o hemorragia cerebral en el que la rotura de un vaso provoca la salida de sangre y la comprensión de estructuras del sistema nervioso central.
Se suele presentar de forma brusca y repentina debido a factores que no se pueden modificar como la edad, pues las personas mayores de 60 años están en mayor riesgo de padecerlo. Además, aunque se suele producir más frecuentemente entre hombres, la tasa de mortalidad en las mujeres es mayor.
Los síntomas pueden incluir pérdida de fuerza o sensibilidad en la mitad del cuerpo, visión borrosa o ceguera total, dificultades para hablar o comprender, y dolor de cabeza intenso que comenzó de forma brusca.
La diferencia con la trombosis es que el ictus puede ocurrir por la formación de un coágulo en una arteria o vena cerebral, mientras que la trombosis puede suceder en el interior de un vaso sanguíneo. Por su parte, la embolia se refiere a la oclusión de un vaso sanguíneo con un coágulo que se ha formado en otro lugar como es el corazón. El derrame se refiere a una hemorragia cerebral ocasionada por la rotura de un vaso sanguíneo, la sangre sale y comprime las estructuras cerebrales de esa zona.
Cifras oficiales estiman que una de cada seis personas tendrá un ictus a lo largo de su vida, y que cada seis minutos se produce uno en el mundo. En consecuencia, es la segunda causa de muerte más frecuente en el mundo, así como la principal causa de discapacidad física entre las personas adultas y la segunda causa de deterioro cognitivo. Debido al constante envejecimiento en la población mundial, se estima que estas cifras aumenten exponencialmente.
Los médicos pueden diagnosticar el ictus con una exploración física para determinar dónde se localiza la lesión cerebral. También se pueden realizar pruebas de imagen como una tomografía computarizada o una resonancia magnética. En cambio, si se planea una intervención quirúrgica, el médico puede realizar una angiografía.
El tratamiento dependerá si se trata de un bloqueo en la arteria o de la ruptura de un vaso sanguíneo, por ello, es vital reconocer rápidamente los signos y síntomas con el objetivo de activar los servicios de emergencia y recibir la atención lo antes posible.
DZ