Zimbabwe castiga las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con hasta 14 años de prisión
Por: Redacción
LaSalud.mx .- Patson Manyati parece una persona solitaria y extraña en una sala repleta de jóvenes veinteañeros. Su elegante aplomo, su barba canosa y su camisa azul celeste hacen que parezca al menos 40 años demasiado mayor para este escenario.
El señor Manyati visita por primera vez el centro de acogida y consulta de homosexuales “Gays and Lesbians of Zimbabwe” (GALZ) en Mutare, al este del país. GALZ es una asociación de miembros que fomenta, representa y protege los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) en Zimbabwe.
Aunque pueda parecer que el señor Manyati está fuera de lugar, encontrarse en GALZ es lo más “cómodo” que se ha sentido como hombre gay en los 60 años que lleva viviendo en Zimbabwe
“Cuando veo a gente como yo, me siento muy feliz”, afirma con su voz musical y suave, mientras sus ojos no dejan de brillar cuando habla. Es extraordinario para alguien que ha crecido rodeado de un tipo de homofobia imperante que, tan recientemente como en 2017, presenció como el expresidente describía a los homosexuales como “peor que los perros y los cerdos”.
GALZ sostiene que el odio y el miedo causados por la característica homofobia del difunto presidente “se siguen sintiendo en Zimbabwe hoy en día”.
Aunque estar en GALZ le hace feliz, en cuanto el señor Manyati se aventura a salir más allá de las puertas de las instalaciones, debe mantenerse alerta y precavido. Más allá de los insultos, la amenaza de cárcel es real, ya que Zimbabwe castiga las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con hasta 14 años de prisión.
Además de la cárcel, las personas LGBTI también tienen que hacer frente día a día a la discriminación, la violencia y los delitos de odio, no solo en Zimbabwe, sino también en los 69 países del mundo que penalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.
También incluso en países que no lo hacen, como su vecina Sudáfrica. Aunque el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal y los derechos LGBTI están constitucionalmente consagrados, ser homosexual es peligroso. En los primeros seis meses de 2021, se ha producido una serie de asesinatos de hombres gays jóvenes y un fuerte llamamiento de la comunidad LGBTI para que el gobierno, los medios de comunicación y el público aborden los delitos de odio con mayor seriedad.
En estas condiciones, constituye un acto de rebeldía el mero hecho de existir y, más aún, de ser deliberadamente feliz.
La felicidad es algo que el señor Manyati ha intentado forjar para sí mismo, a pesar de las dificultades.
Nacido en Mutoko, un pequeño pueblo de la provincia zimbabuense de Mashonalandia Oriental, dice que sus padres esperaban que se casara a los veinte años con una mujer y que perpetuara el nombre de la familia como uno de los siete hijos de los Manyati.
No obstante, por más que sus padres insistieron en el matrimonio, él se mantuvo firme en su postura. Debido a que era el único al cuidado de sus padres y hermanos, finalmente ellos cedieron y vivió su vida soltero, sin salir del armario con sus padres.
“No pude casarme porque tengo el cuerpo de un hombre pero, por dentro, me siento una mujer. Sé que lo soy… me siento… como una mujer. Así que, ¿por qué debería casarme con una mujer?”, se pregunta, mientras se esfuerza visiblemente por manejar conceptos complejos sobre su identidad de género sin tener el vocabulario necesario para hacerlo.
En GALZ, todo el mundo le dice “quienes son”, explica Manyati. Puede que con unas cuantas visitas más y un mayor contacto con los jóvenes que le rodean, mucho más conscientes de su orientación sexual e identidad de género, no sea demasiado tarde para que el señor Manyati ponga nombre a sus sentimientos.
GALZ es un soporte para sus miembros. Ofrece citas regulares en su centro de acogida y consulta de Harare, así como derivaciones a sus otros centros de Mutare y Masvingo para una serie de servicios de atención sanitaria, incluidos la prevención y el tratamiento del VIH. También proporciona un servicio de asesoramiento esencial y espacios seguros para que las personas LGBTI socialicen y descansen, lejos de las “duras” calles.
Los dirigentes de GALZ afirman que las cosas están mejorando lentamente para las personas LGBTI en Zimbabwe.
En 2017 GALZ se incluyó como uno de los participantes oficiales en la propuesta de financiación que desarrolló el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Esto contribuyó a la obtención de dos millones de dólares estadounidenses para destinar a programas de ayuda a los gays y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres; la mayor inversión nunca hecha en la respuesta al VIH y en la salud sexual y reproductiva para la comunidad. La financiación hizo posible la creación de los tres centros de acogida y consulta de GALZ.
El Consejo Nacional sobre el Sida de Zimbabwe presenta un foro de grupos de población clave, apoyado por ONUSIDA, del cual GALZ forma parte. El Consejo Nacional sobre el Sida está trabajando para mejorar la salud y el bienestar de los grupos de población clave, aunque su actividad se siga criminalizando.
Pese al progreso, el estigma y la discriminación persistentes a los que se enfrenta la comunidad LGTBI han hecho que el Sr. Manyati y otras personas de su generación lleven una vida en aislamiento.
“Estar solo hace que me sienta más seguro”, confiesa el Sr. Manyati, mientras añade que todos sus compañeros y amigos de la comunidad LGBTI han muerto desde entonces. “A veces lloro”, suspira.
Cuando los amigos del Sr. Manyati vivían, lo hacían al máximo, a pesar de que la ley supusiese una constante amenaza, y seguían sin tener suerte en el amor con los hombres que encontraban.
“[Sabrías que] a él en realidad no le gustas porque tiene otro amor en alguna parte y tú solo eres uno más. Al final se casa y te deja”, opina el Sr. Manyati de estos encuentros.
El Sr. Manyati insiste en que ya es “demasiado viejo” como para buscar el amor ahora y en que, en su lugar, preferiría centrarse en el cuidado de su salud, como uno de los estimados 1,4 millones de zimbabuenses que viven con el VIH.
El Sr. Manyati descubrió que estaba viviendo con el VIH hace cinco años, cuando desarrolló una tos. Acudió a una organización local no gubernamental, New Start, para que le realizaran una prueba del VIH y, después de tomar un tratamiento para la tuberculosis, inició el del VIH de inmediato. Su salud es su principal prioridad.
“Sigo con el tratamiento del VIH. Por eso en estos momentos me veo sano”, concluye el Sr. Manyati con los ojos todavía brillantes.
* “Not Yet Uhuru” es una cita del luchador por la libertad de Kenia Oginga Odinga. Uhuru es una palabra swahili que significa “libertad”; por lo tanto, en líneas generales significa “todavía no somos libres”. Se trata de un hashtag que GALZ usa de forma habitual en las publicaciones de sus redes sociales.
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